Zúrich: dos mujeres “concelebran” una Eucaristía

Fuente: FSSPX Actualidad

Monika Schmid, ha estado al servicio de la Iglesia en la parroquia de San Martín de Illnau-Effretikon en el cantón de Zúrich. Con motivo de su partida, "concelebró" una "eucaristía" -según el término habitual empleado por los modernistas- con un sacerdote capuchino, Josef Regli, el nuevo párroco, Felix Hunger, acompañada por el diácono Stefan Arnold y una teóloga, Marion Grabenweger.

Al momento de su partida, Monika Schmid ocupaba el cargo de "directora de la parroquia" de San Martín. Fue reemplazada por un sacerdote. La ceremonia de despedida, el domingo 28 de agosto de 2022, dio lugar a una concelebración de lo más singular, y a decir verdad, un sacrilegio. El caso fue dado a conocer por kath.ch – en idioma alemán.

El "equipo litúrgico" llegó encabezado por la "Gemeindeleiterin", la encargada de la parroquia, con báculo en mano, sin duda para demostrar su papel de dirigente -los modernistas escribirían de "pastora". Luego, todos se quitaron los zapatos para imitar el gesto de Moisés frente a la zarza ardiente.

El sermón fue pronunciado por la mujer -desafiando las leyes litúrgicas y disciplinarias- durante el cual Monika Schmid habló sobre su servicio: bautismos, matrimonios... Desafortunadamente, es un hecho bien conocido que en la Suiza de habla alemana, una parroquia es a menudo encabezada por un líder que la dirige, un sacerdote y un diácono... El "último sermón" fue celebrado con una ovación de pie, como en un espectáculo o en un estadio.

Luego continuó la "concelebración". El artículo se pregunta: "El hecho de que una mujer concelebre es normal en Effretikon". Esta no es la primera vez. Y parece difícil imaginar que monseñor Joseph Bonnemain, obispo de Coira, a donde pertenece la parroquia, no supiera nada al respecto. También se añadió al Padre Nuestro: "Dios maternal y paternal que estás en los cielos", concluido con un triple Shalom.

Una celebración sacrílega

La apreciación teológica exacta de esta celebración es bastante clara: es un sacrilegio. Ciertamente, por la presencia de dos sacerdotes que pronunciaron las palabras de la consagración, la validez parece asegurada, aunque, dadas las circunstancias, es realmente lícito preguntarse si realmente tenían la intención de hacer lo que hace la Iglesia... En cualquier caso, la pregunta queda abierta.

Pero la pronunciación de las palabras de la consagración por dos laicos -sin contar al diácono- que se manifiesta como una "concelebración", es simplemente una farsa del sacramento por parte de estas tres personas, que no tienen poder para actuar in persona Christi. Y, además, para los asistentes, está claro que se trata de una verdadera concelebración.

Algunos pueden responder que esto no es algo nuevo: hay sacerdotes que, durante las misas para niños, invitan a los jóvenes participantes a pronunciar el canon con ellos. Pero el abuso nunca puede justificar el abuso. Y si, en el caso que acabamos de mencionar, los niños no saben realmente lo que hacen, en el que nos ocupa, no hay lugar a dudas.

De hecho, el artículo subraya esto: "Monika Schmid nunca ocultó el papel que quería ocupar en la Iglesia: también en el altar, partiendo el pan por mandato de Jesús: 'Haced esto en memoria mía". Es por tanto una actitud manifestada y asumida.

La reacción del obispo de Coira

Ante semejante escándalo, ¿qué hará la autoridad? Habiendo cobrado impulso el asunto, debido a su cobertura mediática, monseñor Bonnemain se vio obligado a reaccionar. El 2 de septiembre dijo: "Como obispo diocesano, tengo el deber de reaccionar ante los acontecimientos de las últimas semanas en relación con el retiro de la capellana de la parroquia de San Martín" abriendo una investigación canónica.

La nota de prensa admite: "La complejidad de los abusos litúrgicos que se han producido exige la apertura de una investigación canónica preliminar" que permita juzgar "si se trata de delitos cuyo juicio está reservado al Dicasterio para la Doctrina de la Fe y, por lo tanto, deben ser reportados".

Pero, ¿llegará el obispo hasta el final? Entonces, ¿investigará también otras parroquias de su diócesis -particularmente en la región de Zúrich, la más progresista- para verificar que el mal no la haya gangrenado ya en gran medida? ¿Hará lo mismo en todos los casos? Es posible dudarlo seriamente.

Finalmente, estos abusos sacrílegos no deben sorprendernos: la revolución litúrgica y teológica puesta en marcha por el Concilio Vaticano II no podía sino conducir a esta situación.

Las falsas nociones transmitidas sobre el sacerdocio común de los fieles; el establecimiento de ministerios, ahora en manos de laicos de ambos sexos; la transformación de la misa en una comida; la concesión, aunque muy fragmentaria, del sermón a los laicos; finalmente, los puestos de jurisdicción dados a los laicos, justifican a sus ojos el poder de concelebrar.

Lamentablemente, hay que señalarlo: no es solo Alemania la que ya está en un cisma latente. Esta fractura crece día a día, y el Sínodo sobre la Sinodalidad le proporcionará un formidable medio de difusión.