Los dones del Espíritu Santo (3): el don de sabiduría

Fuente: FSSPX Actualidad

El triunfo de la doctrina cristiana: Santo Tomás, en el centro, sostiene el libro de la Sabiduría

Mientras la Iglesia y sus hijos se preparan para celebrar la venida del Espíritu Santo en esta Vigilia de Pentecostés, FSSPX.Actualidad propone a sus lectores descubrir un poco mejor estos siete dones concedidos por la bondad de Dios a nuestra alma para santificarla. Después de meditar sobre el don de inteligencia, continuaremos con el don de sabiduría.

Santo Tomás establece ante todo una conexión entre el don de sabiduría y la virtud intelectual del mismo nombre, que juzga las cosas a partir de sus causas supremas: por eso afirma que pertenece al don de sabiduría juzgar – igual que lo hace la virtud.

Pero mientras la virtud de la sabiduría realiza este juicio mediante el conocimiento adquirido, el don de sabiduría permite juzgar correctamente en virtud del movimiento particular con que el alma unida a Dios sigue prontamente la inspiración del Espíritu Santo, y según una cierta connaturalidad con las cosas divinas, así como un cierto “gusto” experimental por estas cosas.

Por tanto, el don de sabiduría conoce las causas supremas a través de la experiencia interna de Dios y de las realidades espirituales. Tiene una cierta afinidad con las cosas divinas y con las causas y razones divinas. Pero estas últimas no se conocen en sí mismas, esto está reservado para el Cielo, sino mediante una connaturalidad y una unión íntima.

Digamos entonces que la manera en que el don de sabiduría llega a la causa suprema -que es Dios- es el conocimiento experiencial que el alma posee de Él, en cuanto Él está unido a nosotros, en cuanto habita en el alma que está en estado de gracia y donde Él se entrega a nosotros.

A través del afecto el intelecto percibe que lo que se experimenta en el afecto es superior y más excelente que cualquier consideración de la fe: esto produce una nueva manera de ser conocido, es decir, unido al sujeto y experimentado por él.

¿Qué abarca el don de sabiduría?

El don de sabiduría juzga todo lo que concierne a la fe. Santo Tomás interpreta estas palabras del Apóstol: “el hombre espiritual juzga todas las cosas” (1 Cor 2, 15) con el don de sabiduría. Así, este don abarca las mismas verdades que la fe teologal, pero las alcanza a través de una especie de contemplación explícita, mientras que la fe las propone de manera velada y más o menos oscura.

Por tanto, el Aquinate concluye: “este don concierne principalmente a las cosas divinas, y en la medida en que por ellas puede juzgar a todas las demás”. Por eso el don de sabiduría se extiende también a las cosas humanas, tanto en el plano especulativo como en el práctico.

Esta “ciencia”, esta sabiduría mística y afectiva, se llama ciencia de los santos, porque reside solo en quien la recibe de Dios, y esta sabiduría no habita en el alma de mala voluntad. Por eso el don de sabiduría es supremamente contemplativo, tanto aquí en la tierra, donde está regulado por la fe, como en el Cielo, donde está regulado por la visión beatífica.

Juan de Santo Tomás, Los dones del Espíritu Santo