Francia: jubileos en Paray-le-Monial

Fuente: FSSPX Actualidad

Basílica de Paray-le-Monial

En medio de tantos jubileos que nos llevan de Toulouse a Roma, conviene detenerse en Paray-le-Monial, que celebra un aniversario: del 27 de diciembre de 2023 al 27 de junio de 2025, se celebrarán los 350 años de las apariciones del Sagrado Corazón a Santa Margarita María. En esta ocasión, la Iglesia ofrece una indulgencia a los peregrinos que acuden a rezar a la capilla de las apariciones.

Este jubileo esconde otro, porque en 2025 se celebrará otro aniversario, vinculado también a Paray-le-Monial: los cien años de la fiesta de Cristo Rey, instituida por el Papa Pío XI, y acompañada por la espléndida encíclica Quas Primas sobre el reinado social de Nuestro Señor. Debemos unirnos particularmente a este jubileo, ya que la realeza de Cristo fue el núcleo de la lucha de monseñor Marcel Lefebvre, y sigue siendo el de nuestra Fraternidad.

Históricamente, Paray-le-Monial fue el punto de partida del gran movimiento que condujo a esta fiesta... Pero estas circunstancias históricas solo son el reflejo de una verdad mucho más profunda: el vínculo entre el Sagrado Corazón y Cristo Rey.

El gran deseo de Santa Margarita María era ver reinar el Corazón de Nuestro Señor: “Y al fin reinará este Divino Corazón a pesar de los que se oponen a ello. Satanás quedará confundido con todos sus secuaces. Y serán felices aquellos de quienes Él se sirva para establecer su imperio. Me parece que es semejante a un rey que no piensa en dar recompensas mientras lleva a cabo su conquista y triunfa de sus enemigos, pero sí cuando reina victorioso en su trono. (…)

"No temamos, pues, ni el trabajo, ni los sufrimientos que se encuentren en esta santa obra. (...) Pero es una devoción que no quiere ser forzada ni impuesta. Basta darle a conocer, y después dejar al Divino Corazón el cuidado de penetrar, con la unción de la gracia, los corazones que se ha destinado para sí. ¡Dichosos los que sean de este número! (...)

"Todos los tormentos y la misma muerte serían para mí dulce placer con tal de que Él reine. No quiero más consuelo en la vida que el progreso y el feliz éxito de esta devoción del Sagrado Corazón, y que me den noticias de la misma" [1].

Este reinado, que ella deseaba ver extendido, no concernía solo a los individuos, sino también a las sociedades: “Por tanto, me parece que desea entrar con pompa y magnificencia en la casa de los príncipes y de los reyes para ser allí honrado tanto como fue ultrajado, despreciado y humillado en su Pasión. [2]”

En esta misma línea, todo un movimiento de pensamiento cuyo centro estaba en Paray-le-Monial militaba desde mediados del siglo XIX a favor de la instauración de una fiesta en honor de la realeza social de Cristo. Este impulso adquirió particular importancia en la década de 1920, gracias al celo del señor y la señora Georges de Noaillat, y con ocasión de la canonización de Santa Margarita María.

El matrimonio Noaillat fue recibido en varias ocasiones por Benedicto XV y luego por Pío XI, quien los bendijo, pero les dijo que tal celebración solo podría tener significado real si la petición provenía de toda la Iglesia.

El matrimonio Noaillat recibió las siguientes palabras: "Su Santidad piensa que el proyecto es hermoso, muy grandioso, muy apropiado, pero que precisamente por su grandeza y su importancia merece un logro digno, grandioso, mundial, trascendental, que estremezca los espíritus; por tanto, es necesaria una profunda y extensa preparación de las masas, para que el día en que Su Santidad lo autorice, el pueblo comprenda el alcance del acto pontificio. [3]”

Consolados por los incentivos papales, Georges y Marthe de Noaillat emprendieron desde Paray-le-Monial la tarea titánica de suscitar tal petición, tanto entre los obispos como entre los sacerdotes y los fieles. Una petición dirigida al Papa fue firmada por 36 cardenales y casi 780 obispos. Entre sus principales partidarios se encontraba el Padre Le Floc'h, que al mismo tiempo preparaba para el sacerdocio en el seminario francés de Roma del que era director, a Marcel Lefebvre.

El 11 de diciembre de 1925, Pío XI publicó la encíclica Quas Primas, sobre el reinado social de Nuestro Señor, antes de establecer y celebrar por primera vez la fiesta de Cristo Rey, el 31 de diciembre del mismo año, clausura del Año Santo. Pidió también que, en el día de esta fiesta, se renovara anualmente la consagración del género humano al Sagrado Corazón de Cristo Rey.

Vinculada históricamente al Sagrado Corazón, la fiesta de Cristo Rey lo está aún más teológicamente, si recordamos que la realeza de Cristo no es otra cosa que una realeza de amor para reconocer individual y socialmente el amor creador y redentor de Cristo a través de su Corazón, y reparar el rechazo de esta realeza.

En un tiempo en que el amor infinito de Dios hecho hombre es incomprendido o distorsionado; en un tiempo en el que escuchamos con demasiada frecuencia ese grito “de la multitud infiel” del que habla la liturgia de Cristo Rey: “No queremos que Él reine sobre nosotros [4]”.

En un tiempo en que el presidente de la Conferencia Episcopal de Francia, tras el último Concilio, explica que es un desperdicio de energía "arrastrar la nostalgia de un Estado católico", la Fraternidad San Pío X –también llamada La “Sociedad de los Apóstoles de los Corazones de Jesús y de María” no puede dejar de celebrar este doble jubileo en Paray-le-Monial.

No olvida estas líneas de Quas Primas: "Cuanto más se oprime con indigno silencio el nombre suavísimo de nuestro Redentor, en las reuniones internacionales y en los Parlamentos, tanto más alto hay que gritarlo y con mayor publicidad hay que afirmar los derechos de su real dignidad y potestad".

Estos hermosos aniversarios serán una oportunidad para que cada uno de nosotros experimente mejor la realeza del Sagrado Corazón. En nuestra alma, primero, dejándonos tocar por su llamamiento al amor; luego en nuestras familias colocándolo en el centro de nuestros hogares. En la ciudad, finalmente, renovando nuestro celo para restaurar, según nuestros humildes medios pero fuertes en la gracia de Dios, el reinado social del Corazón de nuestro Dios y Salvador.

Padre Bernard Jouannic

Nota: Durante el año jubilar en Paray-le-Monial, es posible recibir una indulgencia plenaria una vez al día, para uno mismo o para una persona fallecida, pero no para otra persona viva.


[1] Carta del 10 de abril de 1690 a Sor Joly, de la Visitación de Dijon.
[2] Carta de junio de 1689 a la Madre de Saumaise.
[3] Carta del cardenal Laurenti al matrimonio Noaillat – febrero de 1924.
[4] Himno de Vísperas para la Fiesta de Cristo Rey