Experiencia cercana a la muerte: la ciencia levanta una esquina del velo

Fuente: FSSPX Actualidad

Al final del túnel, un intenso halo de luz blanca, un sentimiento de paz y de amor inefable, la desaparición de todo dolor y miedo... Leer los testimonios de pacientes que han tenido una experiencia cercana a la muerte suele ser algo común. Un grupo de científicos de Michigan (Estados Unidos) ofrecen una explicación a este fenómeno. 

A mediados de la década de 1970, el concepto de "experiencia cercana a la muerte" (ECM) irrumpió entre el público, con el éxito editorial de la obra de Raymond Moody, Vida después de la Vida. El autor reúne una serie de inquietantes historias a través de sus encuentros con personas que salieron del coma después de ser consideradas clínicamente muertas.

Estas descripciones a menudo resultan confusas hasta el punto de que podrían sugerir una especie de mimetismo. A principios de los años 2000, se mantenían dieciséis criterios para establecer una ECM, entre ellos: una luz radiante, atravesar un túnel, la sensación de abandonar el cuerpo, la abolición del tiempo, acercarse a un punto sin retorno, una plenitud atrayente...

¿Los pacientes que experimentaron estos fenómenos realmente estaban muertos? La realidad es quizás más simple y menos épica.

En mayo de 2023, un grupo de investigadores de la Universidad de Michigan (Estados Unidos) analizaron los electroencefalogramas de cuatro pacientes al final de su vida, antes y después de retirarles el sistema de respiración artificial. La observación es siempre idéntica: después de la privación, se registran rápidas ondas de tipo gamma, que atestiguan una explosión inédita de actividad cerebral que precede a la muerte.

Más precisamente, los científicos observaron, poco antes del último aliento, una aceleración del ritmo cardíaco y un pico de las ondas gamma emitidas desde una zona posterior del cerebro, la asociada a la conciencia, los sueños, la meditación o la recuperación de la memoria.

"Si se estimula esta parte del cerebro, significa que el paciente puede ver y oír algunas cosas y potencialmente experimentar sensaciones fuera del cuerpo", explicó Jimo Borjigin, autor principal del estudio, quien añadió que esta parte parece estar "en llamas".

"Es como una tormenta de actividad eléctrica justo antes del encefalograma plano", explica Steven Laureys. Según este investigador, que dirige el Centro Cerebral de la Universidad de Lieja, este estallido cerebral es "de una intensidad insospechada, pero parece confirmada".

"Esto ya había sido observado en ratas por los mismos investigadores, y un equipo chino también informó de un caso en humanos el año pasado. Además, estamos realizando nuestro propio estudio sobre esta transición del cerebro agonizante y hemos observado este tipo de actividad rápida sin atrevernos hablar demasiado de eso."

Lo que la ciencia todavía está tratando de determinar son los mecanismos neurofisiológicos que desencadenan esta intensa actividad cerebral: ¿podría ser este el último intento de "resetear" la mecánica humana cuando llega al final de su existencia terrena? ¿O podría este aumento de las ondas gamma ser causado por la relajación terminal del cerebro que señala la desinhibición repentina de todas sus conexiones?

En cualquier caso, es posible plantear la hipótesis relativa a los pacientes que "regresan" de una ECM: lo que habrían vivido no sería tanto una experiencia en el sentido estricto de muerte, sino más bien una experiencia de la inminencia y proximidad de esta muerte que –por esta vez– no los toca. Cualquiera que sea el caso, estas reflexiones son también una oportunidad, durante este mes de noviembre, para orar por las almas de nuestros difuntos.