En espera del Sínodo sobre la Amazonía: la encíclica Laudato si' (2)

Fuente: FSSPX Actualidad

El Instrumentum laboris, o documento de trabajo, del Sínodo sobre la Amazonía no deja de provocar reacciones y comentarios. Los críticos se enardecen al grado de acusarlo de herejía. ¿Pero quién es el responsable de esta creciente confusión? El Papa Francisco responde declarando que el Sínodo será "el hijo de Laudato si'". Por lo tanto, el estudio de esta encíclica, publicada el 24 de mayo de 2015, es particularmente importante. Este segundo artículo pone de relieve las severas críticas al mundo actual lanzadas por el Papa.

La comprobación de un fracaso universal

La situación actual se presenta como una "crisis mundial" (No. 137), que para Francisco es el legado de "dos siglos (...) de cambios" (No. 102) mal controlados (No. 46). La razón de esto es la falta de cultura necesaria para enfrentarse al problema (No. 53), porque el progreso científico y el crecimiento económico no han estado acompañados por un verdadero progreso social y moral (No. 4). Esta crisis se manifiesta en los ámbitos político, económico, técnico, antropológico y ecológico o ambiental.

Un fracaso político general

El estancamiento de la política proviene de la obsesión por el poder (No. 198), "el drama de la inmediatez política"1 (No. 178), porque "los gobiernos no corren fácilmente el riesgo de disgustar a la población". También está vinculado con la corrupción (No. 197), pero la causa más profunda - denunciada frecuentemente en la encíclica - es la sumisión de la política al poder económico y financiero, así como a la técnica (No. 54 y 189). El Papa llega a la conclusión de que el sistema político actual es obsoleto: "especialmente porque la dimensión económica y financiera, de naturaleza transnacional, tiende a predominar sobre la política" (No. 175).

El dominio económico

La distorsión económica ocupa un lugar central en la encíclica. Las finanzas están obsesionadas con las ganancias (No. 198). La mentira de la disponibilidad infinita de los bienes del planeta (No. 106) conduce a la idea de un crecimiento ilimitado que permite a los poderes económicos justificar el sistema actual, donde prevalece la búsqueda del ingreso financiero (No. 56). El Papa se refiere especialmente al señuelo de la mayor ganancia posible, la distorsión de la economía (No. 195) basada en la inmediatez ya señalada (No. 32). Finalmente acusa "al mercado [que] tiende a crear un mecanismo de consumismo compulsivo para colocar sus productos" (No. 203).

La técnica como un nuevo ídolo 

El dominio absoluto de la tecnología tiende a hacer de la tecnociencia un paradigma2  que condiciona la vida de las personas y el funcionamiento de la sociedad (No. 107). Esta "cultura" es el problema fundamental, porque es una explicación suprema del mundo (No. 106). Tiende a una "globalización del paradigma tecnocrático" (Capítulo 3, título II), que ordena a la economía dejar de lado todo lo que no sean intereses inmediatos (No. 54), y de esta manera dirige la política misma (ibid.).

Una deformación antropomórfica

La crisis sigue estando a nivel individual, en el antropocentrismo moderno que ha puesto la tecnología por encima de la realidad, a través de la tecnocracia (No. 115). El antropocentrismo ha deformado profundamente la vida humana (No. 122). Es el origen del individualismo: el sujeto, abandonado a sí mismo y a su deseo de dominación, cae en "un consumismo obsesivo (...), un reflejo subjetivo del paradigma técnico-económico" (No. 203). Engendra el relativismo, que coloca al ser humano como el centro del mundo, y le da prioridad absoluta a sus intereses circunstanciales: todo lo demás se vuelve relativo (No. 122).

Raíces filosóficas

La encíclica también aborda las principales causas de esta crisis multifacética. El Papa enfatiza el importante papel del escepticismo: "no hay verdades indiscutibles" (No. 6), lo que implica "que la libertad humana no tiene límites". Esto implica la negación de la finalidad (No. 123), apoyada por el paradigma tecnocrático, porque si bien "las ciencias empíricas explican la vida por completo, (...) la capacidad de la razón para percibir el significado y la finalidad de las cosas desaparece" (No. 199). De ahí se desprende una profunda distorsión de la relación con la realidad porque "en este contexto, no parece posible que una persona acepte que la realidad establece límites" (No. 204). El exceso se alcanza cuando el hombre "se declara autónomo en relación con la realidad" (No. 117).

Una crítica orientada por una visión determinada del mundo 

Este hallazgo ha sido analizado y juzgado de diversas maneras. A menudo ha sido percibido como una crítica respaldada por el capitalismo y el liberalismo económico, y como un intento de superar una brecha izquierda-derecha. Sin embargo, en general fue bien recibido por los círculos socializantes, que vieron una aprobación de su corriente de pensamiento.

Independientemente de estos juicios externos, el punto de vista de la encíclica sigue siendo puramente natural. Es cierto que en el texto hay referencias a las Sagradas Escrituras, a la espiritualidad, a la teología, pero están destinadas principalmente a algunos lectores; son solo una especie de aspersión que no llega a lo esencial. El documento pontificio esencialmente propone un análisis sociopolítico que completa una observación filosófica. La dimensión teológica es prácticamente ausente, signo de una falta grave y un error redhibitorio.

Un análisis de inspiración socioecológica

Cuando los papas, hasta Pío XII, lamentaron la evolución del mundo moderno, especialmente durante dos siglos, denunciaron expresamente el liberalismo, en el sentido filosófico y teológico de la libertad sin restricciones, resultante de la revolución, y también señalaron el racionalismo, socialismo y comunismo triunfantes. Básicamente, según la enseñanza de los papas desde Pío VI, la revolución es la causa de los males contemporáneos, porque rechazó a Dios y a Cristo.

Esta es la razón esencial que ya no se menciona. Francisco, siguiendo el ejemplo de sus predecesores, especialmente Pablo VI, lamenta que el progreso material no esté acompañado de un verdadero progreso social y moral. Sin duda, pero ¿cómo puede surgir un "progreso moral auténtico" si Cristo ya no reina sobre las sociedades humanas? "Si el Señor no edifica la casa, en vano trabajan los que la construyen" (Sal 126, 1).

Además, la crítica al sistema económico en Laudato si'- incluso si tiene cierta relevancia - finalmente se reduce a señalar la codicia de los hombres: productores, vendedores o consumidores. Pero se olvida de darnos la razón, que es teológica: las heridas del pecado original, especialmente el deseo inmoderado de riqueza. El análisis se queda únicamente en el plano sociológico.

La sombra de la teología de la liberación

Se objetará que el segundo capítulo de la encíclica trata sobre "El Evangelio de la Creación". Su propósito es "mostrar cómo las creencias de la fe ofrecen a los cristianos grandes motivaciones para la protección de la naturaleza y los hermanos y hermanas más frágiles (...) para que podamos reconocer mejor los compromisos ecológicos que fluyen" (No. 64). De hecho, el objetivo es movilizar a los católicos para ponerlos bajo el estandarte de la ecología integral, incluso si eso significa instrumentalizar la teología.

Así, Francisco retoma una noción conocida de la teología: el destino común de los bienes. El Papa se basa en esta doctrina para afirmar que "la tradición cristiana nunca ha reconocido como absoluto o intocable el derecho a la propiedad privada, y enfatiza la función social de cualquier forma de propiedad privada", lo cual es cierto (No. 93). Pero agrega de inmediato, citando a los obispos de Paraguay, que "todo campesino tiene el derecho natural de poseer una cantidad razonable de tierra" (No. 94). Esta afirmación contradice el número anterior y muestra la inspiración "socializadora" de Francisco, que retoma las teorías de la teología de la liberación.

¿El cientificismo verde como un nuevo Evangelio?

La encíclica Laudato si' tiene razón al reconocer y denunciar la omnipresencia y omnipotencia de la ciencia que se ha convertido en el nuevo paradigma del mundo moderno. Pero este enfoque se debilita por la posición principal de toda la encíclica, que se basa en otro paradigma, el de la ecología. Lo que equivale a caer más o menos en el error que el documento pontifical pretende criticar. De ahora en adelante, es el cientificismo verde el que se convierte en el pensamiento dominante.

Finalmente, el análisis filosófico, más relevante ya que denuncia la ausencia de finalidad, carece cruelmente de una apertura sobre la teología. Pero la verdad es una. Es Cristo quien proclamó: "Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida" (Jn 14, 6). No proclamar esto es permanecer en el nivel de relativismo que se quiere combatir.

Debido a sus deficiencias y sus errores de perspectiva, la encíclica tiene muchos problemas para ofrecer soluciones reales a la crisis de la civilización moderna.

Continuará...

  • 1Búsqueda de intereses o ganancias inmediatas renunciando a las previsiones necesarias para el futuro.
  • 2Teoría que asume la explicación completa de la vida humana con sus aplicaciones concretas.