Elecciones europeas: dos altos prelados en la escena

Fuente: FSSPX Actualidad

Monseñor Mariano Crociata y el cardenal Matteo Zuppi

Mientras los partidos conservadores nacionales están a punto de aumentar su número de escaños en el Parlamento Europeo, el presidente de la Conferencia Episcopal de Italia (CEI) y el de la Comisión de Episcopados de la Unión Europea (COMECE) firmaron conjuntamente un llamamiento en favor del proyecto europeo iniciado por los padres de la democracia cristiana.

Los partidarios de Ursula von der Leyden y los partidos centristas probablemente no esperaban tanto, sobre todo desde el 11 de abril de 2024, día desastroso en que el Parlamento Europeo aprobó –con 336 votos a favor, 163 en contra y 309 abstenciones– la resolución para modificar el artículo 3 de la Carta de Derechos Fundamentales de la UE para incluir el derecho al aborto.

Los adalides del europeísmo más feroz volvieron a mostrar su verdadera cara: la de un progresismo que pisotea los derechos más básicos como el derecho a la vida. Por no hablar de los del Creador que hace tiempo desaparecieron del horizonte de la posmodernidad.

Por eso sorprende que estos partidos cuenten con un apoyo inesperado en la persona de dos prelados que ejercen altas funciones en la Iglesia, y que la prensa presenta a menudo –para bien o para mal– como cercanos al actual pontífice romano.

El 9 de mayo, el cardenal Matteo Zuppi, arzobispo de Bolonia, presidente de la CEI y enviado especial del Papa para la guerra en Ucrania – papabile de la comunidad de Sant'Egidio – y monseñor Mariano Crociata, obispo de Latina (Italia), presidente de la COMECE, publicaron una larga carta de carácter muy político, un mes antes de las elecciones europeas.

Los dos prelados piden rechazar la “tentación nacionalista” que, en su opinión, parece ser el único peligro real que amenaza a la UE. Porque a los ojos de los progresistas existe un peligro: los grupos parlamentarios ECR e ID, que reúnen a una buena parte de los eurodiputados nacional-conservadores, podrían lograr una buena puntuación en las elecciones europeas.

Al final de la votación del 9 de junio de 2024, los representantes electos de estos partidos, que abogan por un retorno a una Europa de las naciones, podrían ocupar una cuarta parte de los escaños en el hemiciclo de Estrasburgo, frente al 18% actual, según las proyecciones.

La lectura del artículo firmado conjuntamente por los dos eclesiásticos resulta desconcertante a causa de su ingenuidad, incluso ceguera: ¿cómo se puede lamentar, por un lado, que los parlamentarios "teman por la vida", sin saber "cómo acogerla desde su principio hasta su final", y luego llamar implícitamente a votar por quienes apoyaron la cultura de la muerte hace apenas unas semanas?

Al comentar esta carta en un editorial del 10 de mayo en La Nuova Bussola Quotidiana, Stefano Fontana denuncia una dimensión “existencialista” que prevalece sobre la fe cristiana. “En un efecto de balancín, el horizonte mundano y existencial defendido por los dos prelados se convierte en el único criterio válido para evaluar la fe cristiana”, observa el periodista.

En otras palabras: "Hay una dimensión de la existencia humana que precede a cualquier elección filosófica, religiosa, atea… y en la que todos somos hermanos. Este a priori existencial debe ser absolutamente defendido y ninguna opción posterior puede socavarlo o debilitarlo". La carta “expresa la adhesión de la Iglesia a todas las prácticas proeuropeas actuales, con una aprobación sin discusión”, concluye Stefano Fontana.

Un pensamiento muy similar sobre Europa fue expresado por el cardenal Jean-Claude Hollerich, en una entrevista con La Croix: “Si tengo que elegir entre dos males relativos, el de una Europa imperfecta o su ausencia, elegiré siempre la Unión Europea. No tener esta Unión Europea sería, por mucho, la peor opción". Es la misma premisa existencial.

“Del 6 al 9 de junio, alrededor de 370 millones de electores serán llamados a las urnas en los 27 países de la UE para elegir a los 720 legisladores que formarán el próximo Parlamento Europeo”, señala Crux. Para el cardenal Zuppi, será una prueba de tamaño real para ver si la fuerza de su pluma habrá logrado influir en la tendencia electoral que se perfila en la península italiana.

Sin embargo, este ingreso –poco convincente– en la arena política europea corre el riesgo de ser examinado minuciosamente por los electores del Sacro Colegio: la dimensión “política” del actual pontificado es a menudo criticada. Por lo tanto, entrar a este punto podría costarle muy caro al cardenal Zuppi en términos de popularidad eclesiástica.