Clima favorable entre Roma y Beijing

Fuente: FSSPX Actualidad

La noticia fue publicada discretamente en el Boletín de la Sala de Prensa de la Santa Sede el 14 de mayo de 2024, que anunciaba un coloquio sobre la historia de las relaciones entre el Vaticano y Beijing previsto para el 21 de mayo siguiente. Un encuentro que reunió a varios participantes importantes del actual acercamiento entre el Vaticano y China.

Un coloquio con un pretexto perfecto, ya que el objetivo era conmemorar el centenario del primer sínodo de la Iglesia católica de China, celebrado en Shanghai el 15 de mayo de 1924. Una primicia en un mundo inestable que acababa de proclamar la decadencia del último emperador de la dinastía Qing.

Varios obispos, vicarios generales y religiosos, la mayoría nacidos en países lejanos y llegados a suelo chino como misioneros, se reunieron bajo la presidencia de Monseñor Celso Costantini, delegado apostólico en China, con el mandato de relanzar la misión de la Iglesia en suelo chino a la luz de Maximum Illud.

En esta Carta Apostólica de 1919, Benedicto XV reafirmó que la fe en Cristo "(no era) ajena a ninguna nación" y que, en cualquier parte del mundo, hacerse cristiano no significaba "colocarse bajo la protección y el poder de otro país y evadir la propia ley". Un siglo después, el coloquio romano es una forma de asegurar a las autoridades chinas que el Estado comunista no tiene nada que temer de la Iglesia, mientras la Santa Sede quiere establecer vínculos más estrechos con Beijing.

Entre los oradores estaba el obispo de Shanghai, monseñor Joseph Shen Bin, el cardenal secretario de Estado, Pietro Parolin, y el cardenal Luis Antonio Tagle, prefecto del Dicasterio para la Evangelización. Pero también académicos e investigadores de la República Popular de China, como los profesores Zheng Xiaojun y Liu Guopeng, de la Academia China de Ciencias Sociales.

Todos estos viajes no podrían haberse realizado sin la aprobación del ejecutivo chino. Cabe señalar que monseñor Shen Bin fue objeto de tensiones particulares entre el Vaticano y China, luego de que las autoridades chinas decidieron unilateralmente, en abril de 2023, su nombramiento en la capital económica china. Como señal de buena voluntad, Roma cedió.

Monseñor Shen Bin es vicepresidente de la Asociación Patriótica de Católicos Chinos, que depende del Partido Comunista Chino (PCC). En los últimos meses, el prelado ha mencionado repetidamente la adhesión requerida por parte de los católicos chinos a los principios de China, mediante el apoyo al programa de sinización del gobierno.

Por su parte, Zheng Xiaojun es subdirectora del Instituto de Religiones del Mundo de la Academia China de Ciencias Sociales, así como de la Asociación China de Estudios Religiosos, dos organizaciones que desempeñan un papel importante en la política religiosa de sinización deseada por el presidente Xi Jinping, y una de cuyas ambiciones es promover las “perspectivas religiosas del marxismo”. Un oxímoron del mejor tipo...

“La participación, en Roma, de una personalidad china de este nivel en un evento público organizado por el Vaticano no tiene precedentes, y es de gran importancia”, según escribe en el periódico La Croix un especialista en las relaciones entre Beijing y el Vaticano. 

Según un artículo del diario religioso francés, el cardenal Parolin explicó, al margen del congreso: "Esperamos poder tener una presencia estable en China. Aunque inicialmente esto no tenga la forma de una nunciatura apostólica". Lo cual sería un hecho inaudito desde que los comunistas llegaron al poder en 1949.

Xi Jinping, por su parte, tiene todo el interés en intensificar sus relaciones con el Vaticano en el marco de una política internacional que intenta crear aliados en el Viejo Continente, con el objetivo de socavar la hegemonía estadounidense. Las relaciones entre Roma y Beijing son en cualquier caso muy asimétricas, ya que las concesiones del PCCh a los católicos de China parecen nulas o casi nulas.

“El arte de la guerra consiste en someter al enemigo sin combate”, escribió el gran estratega chino Sun Tzu. Algo para hacer reflexionar a más de un alto prelado, en Roma.