Alemania: el incierto futuro del impuesto religioso

Fuente: FSSPX Actualidad

Si hay un tema en el que el episcopado alemán muestra un conservadurismo asombroso, es el del Kirchensteuer, el impuesto religioso. Un impuesto cuya supresión es menos actual que la del celibato eclesiástico en Alemania: este impuesto generó 6,800 millones de euros en 2022, una cantidad récord que, sin embargo, debe matizarse.

El ambiente de la Conferencia Episcopal de Alemania (DBK) era sombrío el 30 de junio de 2023. Sin embargo, el informe financiero publicado ese día reveló que el impuesto eclesiástico permitió recaudar una suma récord en 2022: 6,800 millones de euros, una cifra que haría soñar al episcopado francés.

En Alemania, para financiar a la Iglesia, se descuenta entre el 8 y el 10% del salario de los católicos (también de protestantes, ortodoxos o judíos), siendo la tasa fijada por la región donde se resida.

Estos 6,800 millones de euros hay que ponerlos en perspectiva. Teniendo en cuenta la inflación, la suma debe ajustarse a 4,600 millones: la cifra más baja desde 2014. Esta cantidad es engullida por las estructuras de una Iglesia alemana cada vez más voraz: salarios de personas que trabajan en escuelas, hospitales diocesanos, dispensarios católicos, etc.

Pero también se destina a mantener a flote el costoso Comité Central de Laicos Alemanes (ZDK), cuyos miembros son conocidos por ser los defensores del progresismo en Alemania. Y, por supuesto, pagar para poner en marcha un Camino Sinodal poco apegado al espíritu de pobreza.

Otro factor preocupante: justo antes del balance del impuesto eclesiástico, se dio a conocer que 523,000 católicos abandonaron la Iglesia. Porque, para no pagar más un impuesto que el 68% de los cristianos quiere que se suprima, es posible cancelar la filiación religiosa, lo que implica -para un católico- la pérdida de la sepultura religiosa, el bautismo de sus hijos, una plaza en un jardín de infancia o un hogar de ancianos católicos.

En un futuro inmediato, la Iglesia alemana se seguirá beneficiando del kirchensteuerwunder -"el milagro del impuesto eclesiástico"- en el que las salidas se compensan con un aumento de los ingresos de los católicos mayores o en buena situación económica.

Pero eso no durará y algunas diócesis alemanas ya están introduciendo medidas de austeridad a causa del aumento de los fieles que dejan la Iglesia. La diócesis de Münster, por ejemplo, está reconsiderando sus futuros planes de construcción, mientras que la diócesis de Rottenburg-Stuttgart espera tener alrededor de un 40 % menos de ingresos fiscales para 2040.

Por las mismas razones, cuatro obispos vetaron la creación de un fondo común destinado a financiar determinadas reformas, decisión que condujo al cierre, el 1 de julio, de la Oficina del camino sinodal: un duro golpe para los progresistas.

La previsible disminución de la tasa religiosa es también una mala noticia para el Vaticano, que debe resignarse a recibir una menor contribución de la Iglesia alemana: además, este año, por primera vez, Alemania dejó de estar en el podio de los países que más contribuyen al Óbolo de San Pedro, como lo mencionó FSSPX.Actualidad hace unos días.

Pero el final del "milagro fiscal" será algo bueno en unos años, porque dará más libertad al Vaticano respecto a una Iglesia alemana que tiende a jugar con sus euros para imponer sus decisiones. Y quizás también, a más largo plazo, resucitará un catolicismo alemán cuya riqueza material le ha hecho olvidar la de la doctrina cristiana y la del Evangelio.