Myanmar: la guerra civil cumple tres años

Fuente: FSSPX Actualidad

Al menos 107 edificios religiosos, entre ellos 67 iglesias cristianas, han sido destruidos por el ejército birmano desde que la junta militar llegó al poder el 2 de febrero de 2021, solo en la región de Chin. Esto es lo que reveló el informe publicado por la ONG Myanmar Witness el 23 de enero de 2024.

Desde el golpe de Estado del 2 de febrero de 2021, los edificios religiosos de Myanmar se han visto en gran medida afectados por el conflicto. La investigación que acaba de publicar Myanmar Witness se centra especialmente en la destrucción de iglesias en Chin, el Estado birmano donde el cristianismo es mayoritario.

El informe, elaborado por una comisión de juristas, clasifica los numerosos datos recabados (testimonios, pruebas fotográficas) según los daños sufridos, distinguiendo los ataques aéreos de los causados ​​por artillería, incendios intencionales y saqueos.

Este detallado análisis revela una evolución de los abusos perpetrados a lo largo de treinta y seis meses de guerra: los ataques aéreos se convirtieron en 2023 en la principal causa de daños a los edificios religiosos y, al mismo tiempo, el número de incendios provocados y ataques de artillería disminuyó en comparación con 2021 y 2022.

Una tendencia que refleja la creciente pérdida de control terrestre de la junta en el poder, como confirman todos los observadores del conflicto. En cuanto a los autores de estos ataques aéreos, parecen atribuibles a las fuerzas militares regulares, ya que la Fuerza Aérea de Myanmar (MAF) mantiene el control del cielo en el país.

Aunque las fuerzas que se oponen a la junta tienen drones, no tienen una carga útil lo suficientemente alta como para explicar la magnitud de los daños causados ​​a los edificios religiosos.

Según Benedict Rogers, exdirector de la ONG de defensa cristiana Christian Solidarity Worldwide, la destrucción de iglesias en el estado de Chin forma parte de una política de ataques intencionados por parte de la junta militar birmana: "el bombardeo de iglesias es más que un simple bombardeo colateral. Al atacar iglesias y otros lugares de culto, el ejército está atacando directamente lo que constituye la identidad cristiana de estas comunidades”, explica.

Una estrategia asumida implícitamente por el ejército: como declaró públicamente uno de sus responsables, explicando que solo atacan “objetivos de guerra legítimos”, incluidos los santuarios cristianos.

Pero según las fuerzas gubernamentales la situación se está deteriorando: el 5 de enero, la coalición de oposición logró apoderarse de la ciudad de Laukkai, en la frontera con China, después de que varios miles de soldados y oficiales del Tatmadaw –nombre del ejército birmano– entregaran las armas.

Se trata de “la mayor rendición en la historia del ejército birmano”, expresó el experto birmano Ye Myo Hein en X (antes Twitter) el 6 de enero. Una victoria a la que contribuyeron especialmente las milicias cristianas y que probablemente provocará represalias por parte de la junta.

Desde hace tres años, Myanmar está sumido en un sangriento conflicto que combina intereses políticos y conflictos étnicos y religiosos, cuyo resultado parece más incierto que nunca.