Vaticano: El juicio Becciu atrapado en las arenas movedizas del caso Orlandi

Fuente: FSSPX Actualidad

Giuseppe Pignatone

Mientras el juicio del cardenal Becciu acaba de ser aplazado una vez más, las acusaciones de un exfiscal romano sobre la inexplicable desaparición de una adolescente, hace casi cuarenta años, enredan un poco más un procedimiento ya de por sí bastante frágil.

Un tren puede ocultar otro tren. Este, en resumen, es el contexto del juicio económico que tiene lugar dentro de los muros del Vaticano, y cuya quinta audiencia acaba de ser aplazada para el 25 de enero de 2022.

Resurgimiento del caso Orlandi

Aunque la cuestión gira en torno a un presunto uso irregular de fondos de la Secretaría de Estado durante la adquisición de un edificio en Londres, dos de los principales protagonistas de este juicio han ocupado los titulares de la prensa, debido a nuevas revelaciones sobre el caso Orlandi, uno de los casos sin resolver más famosos de la Ciudad Eterna.

Para entender de qué se trata hay que retroceder casi cuarenta años: Emanuela Orlandi, una adolescente de entonces quince años, cuyo padre trabajaba en la Santa Sede, desapareció misteriosamente el 22 de junio de 1983, cuando regresaba de su lección de música.

Una desaparición no esclarecida hasta el día de hoy, que ha dado lugar a los escenarios más diversos y estrafalarios: desde un secuestro que habría salido mal, involucrando a la mafia para chantajear al banco del Vaticano, hasta una red de clérigos criminales, pasando por la implicación de los servicios secretos turcos que buscaban liberar a Ali Agça, el hombre que disparó al Papa Juan Pablo II el 13 de mayo de 1981...

Desde entonces, el caso Orlandi ha tenido rebotes más o menos regulares: esto es precisamente lo que sucedió a fines de 2021...

En una entrevista con la prensa italiana, Giancarlo Capaldo, ex fiscal jefe de Roma, afirmó haber sido abordado, en la primavera de 2012, por "dos altos funcionarios del Vaticano", uno de los cuales pertenecía a la Secretaría de Estado, con el fin de ''obtener la autorización para el traslado de los restos mortales de un padrino de la mafia romana -Enrico De Pedis, antiguo jefe de la Banda della Magliana- que había conseguido, Dios sabe cómo, ser enterrado en la cripta de la Basílica de San Apolinar.

Para el Vaticano, era matar dos pájaros de un tiro: deshacerse de un cadáver molesto, y probar con los hechos que la joven desaparecida no estaba enterrada allí, como lo había sugerido la familia y los medios sensacionalistas. Además de que la exhumación no había arrojado ningún resultado. 

Un detalle que vale la pena destacar: en ese entonces, en el año 2012, el número dos de la Secretaría de Estado -mencionado con medias palabras por el exjefe de la fiscalía de Roma- era nada menos que monseñor Angelo Maria Becciu.

Pero eso no es todo. Giancarlo Capaldo sugiere que las negociaciones entre la Terza Loggia (la Secretaría de Estado) y él mismo habrían sido obstaculizadas por un tal Giuseppe Pignatone, recién nombrado, en 2012, miembro de la oficina del fiscal en Roma. Este magistrado se convirtió, desde 2019, en presidente del tribunal del Vaticano. Ni Dan Brown o José Dos Santos podrían haber escrito una historia mejor...

El juez Pignatone argumenta a su favor... y Angelo Becciu queda descartado

Si bien Giancarlo Capaldo evoca, "una serie de grandes maniobras o enfrentamientos clandestinos, en 2012, en torno al Papa Ratzinger", Giuseppe Pignatone no tiene la intención de quedarse de brazos cruzados.

"Nunca he interferido de ninguna manera con una investigación del Sr. Capaldo o de mis otros colegas. La solicitud de sobreseimiento fue decidida por la mayoría de mis colegas a cargo del proceso. Yo acepté personalmente esta solicitud como jefe de la oficina, mientras que el doctor Capaldo, que no estaba de acuerdo, se negó -como era su derecho- a firmarla", argumentó el presidente del Tribunal del Vaticano, en una entrevista con el diario italiano Corriere della sera.

En cuanto al cardenal Becciu, este último declaró "no saber nada de esta historia", y "haberse enterado de lo sucedido por los periódicos".

Con este último giro hasta la fecha, una cosa es segura: a medida que el juicio del exsubsecretario de Estado se estanca, ahora la sospecha se cierne sobre todo el proceso. "¿Quién se beneficia de este crimen?", se preguntan los medios romanos.

Ni la Santa Sede, ni su sistema judicial. También es probable que este caso se haya hecho público, solo para perturbar aún más un juicio que realmente no lo necesitaba.