El Papa Francisco honra a las religiosas carmelitas de Compiègne

Fuente: FSSPX Actualidad

El Pontífice firmó un decreto por el que reconoce como "santas", en virtud del culto constante e inmemorial del que son objeto, a las religiosas carmelitas de Compiègne, martirizadas en 1794, en plena época del régimen del Terror que tantos mártires dio a Francia.

La noticia fue hecha pública el 18 de diciembre de 2024 por la Oficina de Prensa de la Santa Sede: el Papa Francisco, durante la audiencia concedida al prefecto del Dicasterio para las Causas de los Santos -el cardenal Marcello Semeraro-, decidió extender a la Iglesia universal el culto a dieciséis mártires carmelitas de la Revolución, hasta ahora honradas, desde su beatificación por el Papa San Pío X, en varias diócesis de Francia.

En 1792, tras la deposición del rey Luis XVI y el cierre de los últimos conventos, las carmelitas de Compiègne ocuparon casas en la ciudad de París. Fue entonces cuando la superiora, la madre Thérèse de Saint-Augustin, propuso a las hermanas de su comunidad ofrecer sus vidas por la salvación de Francia.

El 27 de junio de 1794, las religiosas fueron detenidas, juzgadas apresuradamente y condenadas a muerte por haber "continuado con su vida consagrada" y ser culpables de "simpatías hacia la monarquía".

Georges Bernanos, en su célebre Dialogue des carmélites, relata sus últimos momentos, en particular cuando el siniestro carruaje las transportaba a su muerte, ataviadas con sus hábitos y mantos blancos y cantando el Veni Creator, imponiendo el silencio a la multitud por su piedad y dignidad.

La consagración por la que, unos años antes, la comunidad se había ofrecido "como holocausto para que se restableciera la paz en la Iglesia y en el Estado" se había consumado plenamente. Tras ser torturadas, sus cuerpos fueron arrojados a una de las fosas comunes excavadas en el suelo arenoso de un jardín perteneciente al antiguo convento de Picpus.

Beatificadas por Pío X el 27 de mayo de 1906, fue pocos días antes de la Navidad de 2024 cuando el Papa Francisco firmó su decreto de "canonización equipolente", un procedimiento de canonización que no se basa en nuevos milagros, sino únicamente en una sentencia por la que el Sumo Pontífice coloca en los altares a un siervo de Dios que no ha sido objeto de un juicio regular, sino que ha sido objeto del culto público desde tiempos inmemoriales.

Como afirma el Diccionario de Teología Católica en el artículo "Canonización", las virtudes heroicas o el martirio del santo, así como los milagros obrados por su intercesión antes o después de su muerte, aunque no hayan sido establecidos jurídicamente, deben sin embargo ser ratificados por historiadores dignos de crédito, y ser objeto de la creencia general de los fieles.

La Iglesia se toma a menudo su tiempo cuando se trata de canonizaciones equipolentes: por ejemplo, la canonización equipolente de San Wenceslao, duque de Bohemia y mártir en 929, se decretó en 1729...

No cabe duda de que las dieciséis religiosas carmelitas de Compiègne habrán recibido en su eternidad con gran humildad este último homenaje que la Iglesia militante acaba de rendirles, como decía Bernanos: "Somos siempre indignos de lo que recibimos, porque todo lo que recibimos viene de Dios".